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Síndrome de Wendy: entre la ficción y la realidad de las mujeres que priorizan al otro

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En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos inmersos en nuestras propias historias y ocupados con las tareas diarias, lo que nos aleja de comprender cómo funcionamos en el mundo y qué lugar ocupamos en él.

Aunque no está catalogado como un trastorno en los manuales diagnósticos, explorar personajes de ficción, puede ser un puente entre lo ficticio y la realidad. Expertas y expertos de la salud mental como el equipo de Centro Psicológico de Madrid (Cepsim) destaca estos perfiles.

Wendy, la niña que cosió la sombra de Peter Pan, no es solo un personaje de ficción en la obra teatral de James Matthew Barrie. Al igual que existen adultos que, de forma consciente o inconsciente, se niegan a crecer como Peter Pan, también hay «Wendys» que dedican su vida a cuidar de sus seres queridos.

La historia de Peter Pan y Wendy refleja muchas formas de relaciones afectivas que encontramos en la actualidad. Si nos enfocamos en Wendy, podríamos describirla como una persona dulce, complaciente, responsable, soñadora, sonriente y amable, que asume el cuidado de sus hermanos pequeños de manera maternal. 

Estas cualidades aparentemente agradables de un cuento pueden traducirse en la estructura psíquica real de una persona, principalmente de una mujer.

El Síndrome de Wendy se manifiesta como un sufrimiento constante al intentar satisfacer todas las necesidades de las personas que cree estar a cargo. Es importante destacar que el Síndrome de Wendy no es una entidad clínica reconocida, es decir, no se considera una enfermedad mental según los principales manuales diagnósticos. Por lo tanto, etiquetarlo como una patología sería un error.

Sin embargo, resulta interesante reflexionar sobre este síndrome, ya que se ha arraigado en el imaginario colectivo y se ha vuelto parte de la cultura popular, al igual que el Síndrome de Peter Pan

Como tal, refleja muchas de las experiencias relacionales de una población criada bajo el patriarcado, así como los conflictos personales derivados de la idiosincrasia de la personalidad, los modelos de crianza y las experiencias afectivas a lo largo de la vida.

El Síndrome de Wendy se caracteriza por la necesidad absoluta de anteponer sistemáticamente los deseos de otra persona a los propios. Esta necesidad puede convertirse en una norma de conducta que muchas mujeres siguen en sus relaciones afectivas, ya sea con sus parejas, hijos, amigos o compañeros de trabajo.

La persona que se identifica con el Síndrome de Wendy se encuentra impulsada por una incansable búsqueda de aceptación y un miedo abrumador al rechazo y la soledad.

Es posible que las mujeres que se identifiquen con este síndrome y, por lo tanto, con el dilema de Wendy, hayan sido educadas para estar en un segundo plano en lugar de ser protagonistas de sus propias vidas. Primero como «hijas de», luego como «esposas de» y finalmente como «madres de».

En nuestra sociedad, el sacrificio por amor suele ser bien considerado, siendo visto como una forma de establecer vínculos en nuestras relaciones socioafectivas. Se tiende a percibir como un signo de ser una «buena» esposa o madre. Según esta creencia, la mujer puede quedar atrapada en el rol de una madre «todopoderosa».

Sin embargo, la entrega constante a los demás puede enmascarar un temor inconsciente a tomar las riendas de la propia vida y luchar por proyectos más personales. El sacrificio conlleva una renuncia que, a largo plazo, puede generar resentimiento o incluso desencadenar síntomas depresivos.

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